Transgénicos y Tratado de libre comercio
Resultados de la alimentación con alimentos transgénicos:
Lunes, 5 de enero de 2015
"Con el nuevo tratado los transgénicos entrarán masivamente en Europa"
TRATADO DE LIBRE COMERCIO EE.UU.-UE: ¡SACAD LAS MANOS DE LA COMIDA!
Por ESTHER VIVAS (*) / CANARIAS-SEMANAL.ORG.- Una nueva vuelta de tuerca se cierne sobre las políticas agroalimentarias en Europa. Se trata del Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y la Unión Europea, más conocido como TTIP,
sus siglas en inglés, la alargada sombra del agronegocio que se
extiende del campo al plato. Como vampiros a la sangre, las
multinacionales del sector esperan sacar tajada, y mucha, de estas
nuevas medidas de liberalización comercial.
Pero, ¿que es el TTIP? Se trata de un tratado negociado en secreto durante meses, filtrado a la luz pública, pendiente de aprobación por el Parlamento Europeo,
con una campaña de marketing en marcha, y que tiene como objetivo final
igualar a la baja las legislaciones a ambos lados del Atlántico en
beneficio único de las grandes empresas. Sus consecuencias: más paro,
más privatizaciones, menos derechos sociales y ambientales. En
definitiva, servir en bandeja nuestros derechos al capital.
Y, ¿en
materia agrícola y alimentaria? Las empresas del sector, desde las
compañías de semillas pasando por la industria biotecnológica, de
bebidas, ganadera, de comida, de pienso… son las que más han presionado a
su favor, por delante incluso del lobby farmacéutico, automovilístico y
financiero. Mucho está en juego para multinacionales como Nestlé, Monsanto, Kraft Foods, Coca Cola, Unilever, Bacardi-Martine, Cargill, entre otras. De los 560 encuentros consultivos de la Comisión Europea
para la aprobación de dicho Tratado, el 92% se realizaron con grupos
empresariales, el resto con colectivos de interés público, como indica
un informe del Corporate European Observatory.
De aprobarse, el Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y la Unión Europea, ¿que impactos tendría en nuestra mesa?
Más transgénicos
La
entrada masiva de transgénicos en Europa será una realidad. Si bien hoy
ya importamos un número considerable de alimentos transgénicos, en
particular pienso para el ganado y muchos productos transformados que
contienen derivados de soja y maíz transgénico, como
lecitina, aceite y harina de soja, jarabe y harina de maíz, la
aprobación del TTIP significará un aumento de dichas importaciones,
especialmente de los primeros, e incluso la entrada de transgénicos en
la actualidad no autorizados por la Unión.
Hay que
tener en cuenta que la legislación estadounidense es mucho más
permisiva que la europea tanto en el cultivo como en la comercialización
de Organismos Modificados Genéticamente. En Estados
Unidos, por ejemplo, el etiquetaje que identifica un alimento como
transgénico es inexistente, a diferencia de Europa, donde a pesar de las
limitaciones, las leyes sí que obligan teóricamente a dicha
identificación. Asimismo, en la Unión tan solo se cultiva con fines
comerciales un único alimento transgénico: el maíz MON 810 de Monsanto,
a pesar del negativo impacto medioambiental que éste tiene con la
contaminación de otros campos de maíz tanto convencional como
ecológico. El 80% de su producción se lleva a cabo en Aragón y
Catalunya, en cambio la mayor parte de países europeos lo vetan. En
Estados Unidos, por el contrario, el número de cultivos es mucho más
alto. De aquí que Europa sea un goloso pastel para multinacionales como Monsanto, Syngenta, Bayer, Dupont… y el TTIP lo puede convertir en una realidad.
Cerdo, vaca y leche con hormonas
El veto a
la carne y a los productos derivados de animales tratados con hormonas y
promotores de crecimiento hasta el momento prohibidos en Europa se
levantará, así como el uso aquí de dichas sustancias, con el
consiguiente impacto en nuestra salud.
En
Estados Unidos, los cerdos y el ganado vacuno pueden ser medicados con
ractopamina, un fármaco usado como aditivo alimentario para conseguir un
mayor engorde del animal, y más beneficio económico para la industria
ganadera. En la Unión, la utilización de dicho producto y la
importación de animales tratados con el mismo está prohibida, al igual
que en otros 156 países como China, Rusia, India, Turquía, Egipto, al considerarse que no hay datos suficientes que permitan descartar riesgos para la salud humana. En otros 26, como Estados Unidos, Australia, Brasil, Canadá, Indonesia, México, Filipinas, se utiliza.
Lo mismo
va a suceder con el uso de la hormona somatotropina bovina empleada,
principalmente, en vacas lecheras para aumentar su productividad, y
conseguir entre un 10% y un 20% más de leche. Sin embargo, varios son
los efectos secundarios asociados a su manejo en animales (esterilidad,
inflamación de las ubres, aumento de la hormona del crecimiento…) y su
impacto en humanos (algunos estudios lo vinculan a un incremento del
riesgo de padecer cáncer de mama o de próstata y al crecimiento de las
células cancerosas). De aquí que la Unión Europea, Canadá y otros
países prohíban su uso y la importación de alimentos de animales
tratados. Aún así, otros como Estados Unidos, sobre todo, la utilizan.
Por cierto, la empresa estadounidense Monsanto, la número uno de las
semillas transgénicas, es la única del mercado que comercializa dicha
hormona, con el nombre comercial de Posilac. Menuda coincidencia.
Pollos blanqueados
La carne de pollo “desinfectada”
con cloro llegará también a nuestra mesa. Si en Europa se utiliza un
método de control de enfermedades de las aves desde la cría pasando por
su desarrollo y sacrificio hasta su comercialización, con carácter
preventivo, en Estados Unidos han optado por optimizar costes rebajando
los estándares de seguridad alimentaria. De este modo, las aves criadas
y sacrificadas son desinfectadas únicamente al final de la cadena,
sumergiéndolas en una solución química antimicrobiana generalmente a
base de cloro o lo que es lo mismo dándoles “un baño de cloro”, y
punto. Así los pollos quedan “limpios”, sin bacterias, bien
blanqueados, y su tratamiento sale mucho más barato. Una vez más, todo
por la pasta.
Pero,
¿qué consecuencias pueden tener esto para nuestra salud? En la Unión,
desde 1997, se prohíbe la entrada de carne de aves de corral
estadounidense debido a dichos tratamientos, y a los residuos de cloro u
otras sustancias químicas empleadas para su desinfección que pueden
persistir en la carne que después nosotros consumimos. La industria
ganadera norteaméricana afirma que estos tratamientos permiten eliminar
los microorganismos patógenos, sin embargo las infecciones no disminuyen
significativamente e incluso el uso continuado de desinfectantes puede
acabar generando resistencias.
Nos
dicen que los estándares de seguridad alimentaria norteamericanos son de
lo más seguros. No apuntan en la misma dirección algunos informes que
constatan que una de cada cuatro personas, 76 millones, al año en
Estados Unidos enferman por dolencias provocadas por el consumo de
alimentos. De estas, 325 mil son hospitalizados y 5 mil mueren. Los
expertos señalan que la mayoría de casos podría evitarse con mejoras en
el sistema de control alimentario. Saquen conclusiones.
Ya va siendo hora que le digamos al TTIP: ¡sacad vuestras sucias manos de la comida!
(*) Esther Vivas,
activista, periodista y especialista en temas de soberanía alimentaria y
comercio justo. Es militante de Revolta Global-Esquerra
Anticapitalista y miembro de la redacción de la revista Viento Sur.
Forma parte del Centro de Estudios sobre Movimientos Sociales (CEMS) en
la Universidad Pompeu Fabra, colabora con el Instituto de Gobierno y
Políticas Públicas (IGOP) en la Universidad Autónoma de Barcelona.
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