Covid-19 y “Amanecer Rojo”



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Covid-19 y “Amanecer Rojo”‎, por Thierry Meyssan

Thierry Meyssan,Red Voltaire

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El doctor Richard Hatchett fue consejero del presidente estadounidense George Bush hijo, bajo ‎cuya administración él mismo concibió la idea del confinamiento obligatorio de la población ‎civil. Richard Hatchett dirige hoy la Coalition for Epidemic Preparedness Innovations (CEPI), un ‎grupo de coordinación mundial para la inversión en vacunas creado por el Foro de Davos ‎alrededor de la fundación de Bill Gates. Hatchett fue el primero en hablar del Covid-19 como ‎de una “guerra”.‎
En un artículo anterior [1], ya demostré cómo las aterradoras ‎previsiones sobre la cantidad de decesos que provocaría el Covid-19 fueron elaboradas sobre ‎bases erróneas y por un charlatán, el profesor Neil Ferguson, cuyas predicciones siempre han ‎acabado estrellándose contra las cifras reales durante las dos últimas décadas. ‎
También mostré en otro artículo [2] que el ‎objetivo de las medidas de confinamiento adoptadas en China no era de naturaleza médica sino ‎que más bien político. Queda por explicar de dónde sale la idea del ‎confinamiento obligatorio y generalizado de toda la población, cuya implantación se inició ‎en Occidente. ‎
Aunque pasé semanas enteras consultando libros sobre epidemiologia, no encontré en ninguno ‎algo similar a esa medida. En toda la Historia nunca se ha combatido una epidemia encerrando ‎en sus casas a toda la población sana. Fue entonces cuando Kaiser Health News vino a levantar una ‎esquina del velo con la publicación de cierta correspondencia: se trata de una medida concebida y ‎planificada en 2005-2007 por la administración de George Bush hijo.‎

Acuartelamiento de militares y civiles


En 2005, el Departamento de Estado estadounidense estudiaba cómo prepararse para enfrentar ‎eventuales acciones de bioterrorismo contra las tropas de Estados Unidos desplegadas en otros ‎países. Partiendo del principio neoconservador según el cual los terroristas siempre son ‎extranjeros, y por ende nunca podrían penetrar en las instalaciones militares estadounidenses, el ‎servicio de Salud se preocupaba por prevenir los ataques a los que los soldados de ‎Estados Unidos podrían verse expuestos al salir de sus bases. Desde ese punto de vista, aislar a ‎los enfermos en los hospitales y mantener a los soldados sanos dentro de los cuarteles era una ‎opción lógica. De hecho, las bases militares estadounidenses son como pequeñas ciudades, están ‎concebidas para enfrentar un asedio y es teóricamente posible vivir dentro de ellas durante meses. ‎
Sin embargo, el entonces secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, tenía intenciones de ‎transformar la sociedad, llegando a hacer desaparecer la diferencia que separa a los civiles de los ‎militares, lo cual permitiría incorporar más fácilmente los civiles a la guerra total contra ‎el terror. Así lo explicaba, en septiembre de 2001, el propio Donald Rumsfeld en las páginas del ‎‎Washington Post [3].‎
Por consiguiente, el doctor Carter Mecher, del servicio de salud a cargo de los veteranos ‎de guerra (Department of Veterans Affairs) y el doctor Richard Hatchett, miembro del Consejo de ‎Seguridad Nacional de George W. Bush, recibieron entonces la tarea de extender al ámbito de ‎los civiles lo que en el mundo militar se denomina “acuartelamiento”. Pero no fue hasta 2006, ‎justo antes de que Rumsfeld dejara el Pentágono, que los doctores Carter Mecher y Richard ‎Hatchett lograron imponer esa norma al CDC (la agencia estadounidense a cargo de la ‎prevención y el control de enfermedades). ‎
La adopción de esa norma desató en Estados Unidos un vendaval de protestas, encabezado por ‎el profesor Donald Henderson, quien había dirigido tanto la escuela de salud pública de la ‎Universidad Johns Hopkins como el sistema estadounidense de respuesta a las epidemias. Para ‎el profesor Donald Henderson –y para todos los médicos que se expresaron en aquel ‎momento– el confinamiento generalizado de la población no tiene ningún sentido desde el punto ‎de vista médico y además viola las libertades fundamentales. Se trata ni más ni menos que de la ‎deriva totalitaria de la administración de Bush hijo, que impuso la adopción de la llamada ‎‎«Ley Patriota» (USA PATRIOT Act) a raíz de los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001. ‎
En 2017, todos los documentos oficiales estadounidenses sobre la adopción como norma del ‎confinamiento generalizado de la población fueron destruidos por la administración Trump. ‎Richard Hatchett se convirtió en director de la Coalition for Epidemic Preparedness Innovations ‎‎(CEPI), que coordina las investigaciones mundiales en materia de vacunas. ‎

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Uno de los correos electrónicos de Amanecer Rojo. En este mensaje, ‎el doctor Lawler se refiere al plan de encierro forzoso de la población civil elaborado bajo ‎el presidente George Bush hijo por los doctores Carter Mecher y Richard Hatchett.

«Amanecer Rojo»


Todos hemos podido seguir las evidentes contradicciones de la Casa Blanca en sus contactos con ‎la prensa sobre el Covid-19. El doctor Anthony Fauci, efímera referencia científica de la ‎Casa Blanca, aconsejó la adopción de las medidas autoritarias para contener la epidemia mientras ‎que el aparentemente inconsciente Donald Trump se oponía a las medidas de confinamiento ‎en nombre de la Libertad de todos. ‎
Para demostrar la incompetencia del presidente Trump, los aliados del doctor Anthony Fauci ‎‎“filtraron” a la prensa una parte de su propia correspondencia [4]. En ella puede verse que ‎los aliados del doctor Fauci formaron un grupo de discusión y de acción llamado Red Dawn ‎‎(Amanecer Rojo) [5]. ‎

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El nombre “Amanecer Rojo” (Red Dawn) hace referencia a una ‎operación organizada en 1984 por el entonces secretario de Defensa Caspar Weinberger, quien ‎envió a Europa y Latinoamérica una delegación que reclamaba la ayuda de todos los países ante ‎una invasión inminente contra Estados Unidos. ‎
Jean-Michel Baylet, en aquella época secretario de Estado ante el ministro de Exteriores ‎de Francia, me contó aquel grotesco intento estadounidense de manipulación. Un nutrido grupo ‎de generales estadounidenses llegó a París para explicar –con toda la seriedad del mundo y ‎presentando un montón de diapositivas– que dos pequeños países latinoamericanos, Cuba ‎y Nicaragua, amenazaban a Estados Unidos. En la sala, los diplomáticos franceses pasaron del ‎estupor inicial, al ver que los estadounidenses los creían verdaderamente imbéciles, a los ‎esfuerzos por no estallar de risa ante tales afirmaciones. En respaldo a aquella campaña, ‎el Pentágono hizo rodar en Hollywood una película de propaganda con Patrick Swayze y Charlie ‎Sheen. En 2003, el Pentágono recuperó la denominación “Red Dawn” para designar la operación ‎de captura del presidente iraquí Saddam Hussein.‎
Hoy en día, al identificarse como Red Dawn (Amanecer Rojo), las 37 personalidades que ‎componen el grupo en cuestión ponen de manifiesto su anticomunismo visceral. La URSS ya ‎no existe pero el Partido Comunista sigue dirigiendo China, país designado como origen del ‎Covid-19. Amanecer Rojo dice tener que recuperar el poder para dirigir la guerra. ‎
Entre los miembros de ese grupo también están los inevitables doctores Anthony Fauci (director ‎del National Institute of Allergy and Infectious Diseases) y Robert Redfield (director de los Centers ‎for Disease Control and Prevention, o CDC) y también los doctores Carter Mecher (consejero en el ‎Department of Veterans Affairs) y Richard Hatchett (ahora director del CEPI), los mismos que, ‎bajo la administración de George W. Bush, impusieron extensión a la población civil de la regla ‎militar del acuartelamiento. ‎
Las ideas del doctor Richard Hatchett han sido adoptadas de forma íntegra en Francia por ‎el presidente Emmanuel Macron, o sea “esto es una guerra y tenemos que confinar a todos ‎los civiles en sus domicilios para protegernos”. También las han adoptado algunos gobernadores ‎estadounidenses, pero no el presidente Donald Trump. ‎
El resto es lo que ya conocemos. El pánico se ha apoderado de la opinión pública en la mayoría de ‎los países. Los dirigentes políticos, temiendo ser acusados de negligencia, imitan a los que ‎iniciaron la aplicación del confinamiento generalizado. La regla estadounidense de origen militar, adoptada ‎en Francia, se ha propagado como el virus que supuestamente debería combatir, deteniendo ‎prácticamente la economía mundial. Ahora están empezando a verse problemas de ‎aprovisionamiento alimentario en casi todas partes y, si no se hace algo pronto, comenzarán a ‎aparecer hambrunas, incluso en ciertos sectores sociales de los países ricos. ‎

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