LA AYUDA HUMANITARIA DE LA ONU DESTINADA A IDLIB (SIRIA) VA PARA AL-QAEDA
En octubre de 2014, Serena Shim, ciudadana estadounidense y periodista de Press TV, murió en un misterioso accidente de coche en una zona de Turquía fronteriza con Kobane, en el norte de Siria. Shim había recibido amenazas de muerte de los servicios turcos de inteligencia después de que publicara que los militantes del ISIS entraban a Siria desde Turquía dentro de los camiones del Programa Mundial de Alimentos. Los mismos camiones también repartían armas y equipamientos a los grupos terroristas en Siria.
Cuando el Alepo oriental fue liberado en diciembre de 2016, se recuperaron más de 5.000 toneladas de ayuda de la ONU apiladas en un almacén,
mientras los civiles -según sus propios testimonios- pasaban hambre,
estaban privados de asistencia médica y eran obligados a pagar precios
altísimos por artículos de primera necesidad.
La “ayuda”, en efecto, iba casi exclusivamente a los grupos armados que dominaron Alepo oriental
durante casi cinco años. Era parte esencial de una economía mafiosa de
la que sólo se beneficiaban dichos grupos. Lo mismo pudo ver la
periodista Vanessa Beeley en otras zonas de Siria, como Ghouta oriental, Damasco, Daraa, Madaya, Zabadani, etc.
Ahora tenemos Idlib, donde se continúa usando la “ayuda humanitaria” como arma contra los sirios y su gobierno. Se sabe que esta zona está enteramente ocupada por grupos dominados por la filial de Al-Qaeda, el Frente Nusra o Hayat Tahrir as Sham, uno de los nombres con que se ha rebautizado.
En una reciente entrevista que hizo Vanessa Beeley a una refugiada procedente de Idlib -que actualmente vive en Latakia- ésta declaró que: “Los Cascos Blancos
trabajaban con los grupos terroristas y para ellos. La ayuda que
llegaba del exterior era distribuida primero a los grupos armados antes
de que las sobras se repartieran a los civiles. No vio a los Cascos
Blancos hacer actos humanitarios, se dedicaban a saquear y destruir los edificios históricos, incluidas las iglesias cristianas”.
El gobierno holandés ha retirado recientemente la financiación a los Cascos Blancos, uno de los canales de los que se sirve la ONU para la distribución de la ayuda en Idlib. La razón dada, tras una exhaustiva investigación, fue que no había garantías de que la ayuda y la financiación no fuesen directamente a parar a los grupos armados, la mayoría de los cuales están señalados como terroristas.
BBC Panorama también informó del desvío a los grupos terroristas de la ayuda británica dirigida a la Policía Libre de Siria (que, no obstante, opera en Idlib en connivencia con esos mismos grupos). Esta información sólo salió a la luz después de que Beeley publicara una investigación sobre cómo el Foreign Office británico financiaba indirectamente a los grupos terroristas que ocupaban Alepo oriental antes de su liberación en diciembre de 2016.
Deberíamos preguntarnos con qué mecanismos de verificación se cuenta para garantizar que la ayuda llegue a los más necesitados en Siria, en particular a Idlib. La ONU confía enormemente en ONG's vinculadas a grupos terroristas, como los Cascos Blancos, para hacer el seguimiento de la ayuda.
Con la actual campaña militar conjunta de Siria y Rusia en Idlib, que liberará la última provincia en manos del Frente Nusra,
a pesar del reciente alto el fuego, no hará falta la llegada de
suministros a través de la frontera turca, ya que el gobierno sirio y
Rusia se encargarán de proveer a la población, como lo hacen en más del
85% de Siria.
La ONU
debería respetar la soberanía de un Estado que ha hecho todo lo posible
por mantener el suministro de servicios esenciales a su población, a
pesar de los 9 años de guerra y la asfixia económica impuesta por los terroristas y la coalición liderada por Estados Unidos a modo de castigo colectivo al pueblo sirio por su resistencia a la agenda imperialista.
El ex-embajador del Reino Unido en Siria, Peter Ford, envió a Vanessa Beeley una declaración en respuesta a la reciente decisión de prorrogar la ayuda a Al-Qaeda en Idlib:
“El borrador de la resolución ignora completamente los avances del gobierno sirio para retomar el control y por ende la capacidad de repartir o canalizar la ayuda humanitaria por sí mismo. De igual modo, los medios occidentales distorsionan totalmente el asunto. El Washington Post,
por ejemplo, repite el relato de EE.UU respecto a que la ayuda no puede
llegar a zonas como Raqqa y Deir Ez Zor. Esto es absolutamente falso.
El gobierno sirio puede, sin ninguna duda, repartir ayuda a estas áreas,
ahora bajo control gubernamental (…) La ONU y las potencias occidentales pasan por alto que una vez la ayuda pase a Idlib caerá en manos de los grupos yihadistas,
que la explotan para extraer beneficios y financiar sus operaciones (…)
Los que gritan por el sufrimiento de los civiles sólo cuando se produce
en áreas controladas por los yihadistas, mientras pretenden ahogar la
economía siria para que el pueblo se levante contra su gobierno, deben
ser llamados como lo que son: unos cínicos hipócritas”.
Referencia:
https://www.globalresearch.ca/un-security-council-extends-aid-runs-al-qaeda-idlib/570043
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