Una sentencia peor que el delito
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Para la víctima de la
conducta de los cinco miembros de ‘la manada’, que ha sido calificada
por el Tribunal de Navarra como “abuso sexual” y no como “violación”,
tiene que haber sido mucho más dolorosa la conducta de los jueces que la
de los que la agredieron.
Y tiene que haberlo sido,
porque objetivamente, desde una perspectiva moral lo es, aunque no lo
sea desde una perspectiva jurídica. Los jueces que dictaron sentencia no
han cometido ningún delito, aunque sí han vulnerado el ordenamiento
jurídico, como argumentaré en otro artículo. Pero moralmente su
decisión supone una violación para la chica mucho más dolorosa que la
que sufrió realmente por los integrantes de ‘la manada’. Porque es
imposible que ella entienda que, tras pasar lo que pasó, la sentencia
haya sido la que ha sido.
El “abuso sexual” que dice la sentencia, la violación
que realmente sufrió en los Sanfermines, fue “la lotería en negativo”.
Tuvo mala suerte. Se topó con unos sujetos que la degradaron
convirtiéndola en objeto de sus fantasías de dominación masculina, en la
que la dominación sexual ocupa un lugar destacado. Pero fue mala
suerte. Le tocó porque le tocó, como le podía haber tocado a cualquier
otra mujer. Como de hecho les ha tocado a otras mujeres antes y
desgraciadamente, le seguirá tocando a otras.
La
sentencia de un Tribunal es otra cosa. Una sentencia no puede ser una
lotería. Que una mujer se tope con cinco energúmenos es una desgracia,
pero que los jueces hagan una descripción en los hechos probados de la
sentencia de lo que no puede ser nada más que una violación y a
continuación no la califiquen jurídicamente como tal, es mucho peor que
una desgracia. Es una destrucción de la confianza en el proceso de
administración de justicia.
La conducta de los cinco
miembros de ‘la manada’ es un indicador de que hay un porcentaje de
podredumbre en la sociedad española, cuyo olor emerge de vez en cuando.
Pero la conducta de los jueces es un indicador de que hay algo podrido
en el interior del poder judicial. Y esto es mucho más grave. Porque con
la existencia de conductas como la de los integrantes de ‘la manada’
hay que contar, porque no se le puede poner fin, aunque haya que hacer
todo lo posible para ponérselo. Pero con la existencia de conductas como
la de los jueces de Pamplona no solo no hay que contar, sino que
deberíamos dar por supuesto que no existen.
Solamente
con mentes muy podridas se puede dictar una sentencia como la que estos
jueces han dictado. Jurídicamente es posible que no se les pueda exigir
ninguna responsabilidad de tipo penal. Pero moralmente su conducta es
despreciable. Yo desde luego esta sentencia no la respeto. Más
todavía: me repugna. Si hay jueces que entienden que se puede ejercer la
función jurisdiccional de la forma en que ellos lo han hecho, este país
tiene un problema muy serio.
Hay veces en que el
remedio es peor que la enfermedad. Y eso es lo que ha ocurrido en este
caso. La conducta de los miembros de ‘la manada’ es constitutiva de
delito. La de los jueces que la han calificado, no lo es. Pero para la
sociedad española en general, y para las mujeres y la víctima concreta
en este caso, la conducta de los jueces es mucho más peligrosa que la de
los agresores.
La inseguridad que genera la
sentencia es muy superior a la que genera el “abuso sexual”, en realidad
violación, que se produjo hace unos años en los Sanfermines.
Estadísticamente sabemos que hay un porcentaje de agresiones sexuales y
de violaciones. Hay un porcentaje de inseguridad con el que las mujeres
tienen que contar. Este porcentaje se multiplica de manera
extraordinaria con sentencias como la conocida el jueves.
Montesquieu definió la libertad como la sensación que cada uno tiene de
su propia seguridad. Tras la sentencia del Tribunal navarro del jueves,
las mujeres en España no pueden no sentirse menos seguras y, por tanto,
menos libres.
Por todo ello no puedo entender que
las cuatro Asociaciones de Jueces hayan emitido un comunicado
considerando desproporcionada la reacción social contra la sentencia.
Los jueces son individualmente titulares de un poder del Estado. Son los
únicos individuos que tienen esa condición. El corporativismo judicial
no es, por tanto, análogo a los otros corporativismos que puedan existir
en la sociedad. Ese desgraciado comunicado no hace más que subrayar la
gravedad del fallo judicial. Una vergüenza.
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