España Estado policial
ESPAÑA | Confirmado por la OSCE: “España es un país sin libertad” | ¿Y ahora qué?
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España es el único país del mundo que no
admite la inspección internacional de la Organización para la Seguridad y
Cooperación Europea (OSCE) sobre su curioso régimen de monarquía de
partidos o partitocracia, lo que le ha llevado a incluirla en la “lista
negra” de países con libertades restringidas, donde figuran Serbia,
Bosnia-Herzegovina, Rusia, Bulgaria, Albania, Azerbaiyán, Uzbekistán,
Kazajstan y Kosovo. Mientras condena a España, la OSCE valora los
avances democráticos producidos en Turkmenistán, Afganistán, Moldavia,
Kazajstan, Bielorrusia, Azerbaiyán, Ucrania y Montenegro en política
penitenciaria, fronteriza, judicial, industrial, libertad de prensa,
propiedad intelectual, violencia de género y medio ambiente, según la
relación de los comunicados de condena similares a los que han tenido al
régimen español como protagonista.
Por
el contrario, Grecia, Italia, Portugal, Suiza, Reino Unido, Estados
Unidos, Croacia, Hungría, Italia, Moldavia, Polonia, Serbia, Eslovaquia y
Ucrania sí han permitido a la OSCE inspecciones de diplomáticos
independientes en calidad de observadores para vigilar si se dan las
condiciones democráticas en torno al derecho de reunión y manifestación
de sus compatriotas.
Diplomáticos de todo el mundo han
contemplado estupefactos cómo España reprime el derecho de manifestación
y de reunión de sus ciudadanos y comienzan a explicarse así como un
país con seis millones de parados, dos millones de exiliados y un millón
de niños malnutridos no se lanza con más asiduidad a la calle contra
sus autoridades. De hecho, las notas de la OSCE son de lectura
obligatoria en el mundo diplomático y se reciben en las embajadas de
todos los países adscritos a la misma.
Este organismo oficial europeo que
vigila las libertades de los países que desean corroborar su calidad
democrática tuvo que emitir el pasado viernes un comunicado oficial
desde Viena (Austria) en el que condena a España por la expulsión de
seis diplomáticos que venían a inspeccionar la manifestación que bajo el
lema “Jaque al Rey” pretendía protestar contra la corrupción de la
Corona española y la ausencia de un referendum que la legitime por el
pueblo, junto a la exigencia de un proceso constituyente que consagre
las principales características de los regímenes democráticos: división
de poderes, elección directa de representantes, libertad de
manifestación y reunión, etc…
Perplejidad diplomática
La OSCE es hoy la organización mundial
políticamente más influyente del planeta y a ella está adherida España,
lo que ha dejado perplejos a los diplomáticos demócratas: “Con 57
Estados de Europa, Asia Central y América del Norte, la OSCE es la mayor
organización de seguridad regional del mundo” señalan, y en efecto en
su plantilla figuran los seis observadores expulsados de España: Omar
Fisher, Irina Urumova, Aleksandra Dloubak, Bartlomiej Lipinski, Marcin
Jezulin y Yevgenia Aretisova.
En un gesto poco habitual y cargado de
significado, el comunicado oficial de OSCE contra España está firmado
por el diplomático esloveno Janez Lenarcic, máximo representante y
director de la Oficina encargada de fiscalizar las Instituciones
Democráticas y los Derechos Humanos (OSCE/ODIHR). El embajador Lenarcic
recuerda que España se comprometió ante la comunidad internacional a
garantizar la libertad de reunión y el control internacional que lo
verifique debe estar siempre preservado.
Con
la llegada de un nuevo Gobierno del PP y la alianza estable con el PSOE
en cuanto al régimen monárquico se refiere, lo único que ha podido
verificar la OSCE es que “este cambio es sorprendente”, pues antes las
autoridades diplomáticas podían comprobar el estado de las libertades en
España “con buena cooperación” y ahora no pueden, ya que sus
representantes son expulsados.
Hace cuatro meses, concretamente en el
mes de mayo, el presidente Mariano Rajoy y el ministro García Margallo
“se comprometieron a cooperar plenamente” con la OSCE para que sus
inspectores pudieran confirmar el estado de las libertades en España.
Tras las imágenes que inundaron las televisiones y periódicos de medio
mundo con la brutal represión de la masiva manifestación de “Rodea el
Congreso”, convocada por la “Coordinadora 25-S” (la misma asociación
ciudadana que organizó “Jaque al Rey”), los diplomáticos internacionales
se temían lo peor.
Y en efecto así ocurrió: 1.400 policías
para una cifra de entre 2.000 y 9.000 manifestantes, según el Gobierno o
los organizadores, pero además detenciones previas, identificaciones
masivas, el cierre de una estación de metro (Opera) para impedir el
acceso, bloqueo de autobuses con participantes, etc… Durante el pasado
25-S, todo esto fue acompañado además de prolongadas retenciones en
comisaría, multas, agresiones policiales y hasta “confiscación” de
material “subversivo”, pues la Delegación del Gobierno de Madrid que
dirige la aún convaleciente Cristina Cifuentes alegaba que los palos de
las banderas y las pancartas eran en realidad instrumentos preparados
para “agredir” a la policía.
El embajador Janez Lenarcic, no obstante,
ya no parece creerse la versión de las autoridades españolas al impedir
su comprobación: “La oposición repentina por parte de las autoridades
españolas nos plantea preocupación sobre sus intenciones”, dice la OSCE
en su nota pública, al tiempo que pide a los políticos españoles en el
poder que “garanticen el pleno respeto a la libertad de reunión pacífica
de acuerdo con compromisos de la OSCE y otras normas internacionales de
derechos humanos.”
El hecho es que para la OSCE cada país
tiene su problema y las protestas ciudadanas así lo reflejan, por lo que
es la represión de los Gobiernos lo que lo deja en evidencia. En España
es “la institución de la Monarquía”, en Serbia es la igualdad
homosexual, en Rusia, Azerbayán, Uzbekistán y Kazajistán la libertad de
prensa, etc…
Los españoles son ya protagonistas de los chistes de cobardes en todo el mundo
Antes eran los italianos, pero ahora
somos los españoles los que somos protagonistas de las burlas y de los
chistes de cobardes en todo el mundo. Ante los abusos y humillaciones
que el pueblo español está soportando de sus políticos, sin rebelarse,
muchos afirman que el español es un tipo “con los huevos de adorno”. Y
tienen toda la razón porque es difícil encontrar en la historia moderna
un pueblo tan manso y acobardado que sea capaz de soportar tanta
ignominia y humillación de tan pocos políticos. Si los españoles de las
actuales generaciones no conseguimos forzar a nuestros políticos,
auténticos piojos humanos, a que adelgacen el Estado, extirpen la
corrupción, recuperen lo que sus colegas y amigos han robado y eliminen
la legión de ineptos y parásitos que tienen ocupado el Estado,
haciéndolo incosteable, inviable, torpe, corrupto e indecente, pasaremos
a la Historia como una triste y despreciable manada de cobardes.
Nadie
se explica en el mundo de las personas dignas la pasividad bovina de
millones de españoles que permiten que les arrebaten sus derechos, ni
cómo los ciudadanos guardan silencio mientras ellos son cada día mas
pobres y buena parte del dinero va a parar al bolsillo de los políticos
ladrones y sus amigos. No es fácil entender cómo el pueblo español, que
fue de ejemplar bravura y heroico en el pasado, ha podido caer tan bajo,
perdiendo derechos, pagando los impuestos mas injustos y
desproporcionados de toda Europa y permitiendo que los políticos, que ni
siquiera han sido capaces de conservar la confianza y el respeto de sus
ciudadanos, sigan sin castigar a los corruptos que saquearon las cajas
de ahorro y robaron los ahorros ciudadanos con la estafa de las
participaciones preferentes y subordinadas.
En lugar de cumplir con ese deber de
perseguir y castigar a los delincuentes, inherente al liderazgo
democrático, quizás porque algunos de los principales ladrones militan
en sus propios partidos, se atreven a empujar a la policía contra los
que protestan, esgrimiendo la dignidad que dicen que “emana” de su
condición de políticos “elegidos” en las urnas.
Ante ese festival de cobardía sometida,
el mundo primero se ha sorprendido y después ha empezado a reírse y a
burlarse de los cobardes españoles que se dejan arrebatar sus derechos y
se esconden en lugar de impedir que ellos sean cada vez más pobres,
mientras sus recursos van a parar a bolsillos de sinvergüenzas y
canallas, sin que ese atentado supremo contra la decencia y la Justicia
provoque la lógica e incontenible ira ciudadana que obligue a recular a
sus verdugos.
Durante los tres años que viví en Roma
como corresponsal de prensa, pude comprobar como los italianos admiraban
el “coraje” español. Conocí a un padre italiano que había ingresado a
sus hijos en el Liceo Cervantes de Roma “para que aprendieran a ser
valientes”. Estoy seguro de que no queda hoy un sólo padre en el mundo
que sea capaz de dar a sus hijos una educación “a la española”, ante el
miedo de que se conviertan en despreciables ovejas sometidas al poder
inicuo.
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