El Kaganato de Kíev y otras historias
El Kaganato de Kiev y otras historias
¿Cómo se derriba un gobierno legítimo y se provoca una "revolución democrática"? Que se lo pregunten a Robert Kagan, gurú "neocón" norteamericano y marido de la Vicesecretaria de Estado norteamericana Victoria Nuland, también conocida como Madame "Fuck the EU". El dúo Kagan-Nuland se perfila como el auténtico estratega de la última cruzada del Pentágono: la caída del gobierno ucraniano y la instauración en Kiev del "Kaganato", que es, como el presente artículo nos explica, literalmente una cagada. Siguen unas interesantes reflexiones sobre las muertes acaecidas durante las revueltas en Kiev. Rafael Poch fue corresponsal de "La Vanguardia" en Moscú. Hoy es corresponsal en Berlín. |
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RAFAEL POCH
Ucrania se desliza hacia el caos. El Kaganato de Kiev
Hay tres
países que son vistos como obstáculo para el dominio mundial en
Washington: China, Rusia e Irán. Estados Unidos salta de uno a otro, un
día rodeando y agobiando militarmente a China y anunciando que su
potencia militar se traslada hacia Oriente; otro rondando a Irán y
pasando de la amenaza militar a la negociación, y otro desestabilizando
Europa por la vía de azuzar al oso ruso. La política exterior que
provocó la muerte de varios centenares de miles de personas en Irak para
colocar a un régimen pro iraní en Bagdad, y que ha propiciado con
dinero y armas del Golfo (los padrinos de Al Qaeda) la guerra civil en
Siria, ha instalado en Kiev el actual “Kaganato”. El concepto es del
analista brasileño Pepe Escobar, y se basa en el nombre de Robert Kagan
un quimérico ideólogo neocón, vinculado a las anteriores chapuzas. Kagan
está casado con Victoria Nuland, la vicesecretaria de Estado y
“estratega” del cambio de régimen de Kiev. Asistida por sus peones
polacos y con la obtusa aquiescencia alemana, Nuland ha puesto por fin a
sus hombres en el gobierno de Kiev, los mismos que mencionaba el 25 de
enero en una conversación telefónica grabada de la que trascendió aquel
magnífico “¡Fuck the EU!”. El deseo de forzar el ingreso de Ucrania en
la OTAN y de extender las bases americanas hacia las mismas barbas de
Rusia, ha acabado con un zarpazo del oso moscovita. El resultado; un
claro peligro de guerra civil en Ucrania, la anexión de Crimea con
violación de la integridad territorial ucraniana, y una inusitada
tensión con Rusia. El Kaganato de Kiev es, hablando en plata, una gran
cagada, dice Escobar. Mientras tanto la prensa occidental continúa
ignorando el asunto y presentándolo como una mera maldad del
“incendiario” Vladímir Putin.
Audrius Butkevicius
En 1990 un
joven fisioterapeuta de 31 años llamado Audrius Butkevicius fue nombrado
por el gobierno lituano director del Departamento de Defensa del país,
una especie de ministro de Defensa. Butkévicius se graduó en la
Institución Albert Einstein dirigida por un gurú norteamericano llamado
Gene Sharp, especializado en la “resistencia no violenta”. Los libros y
enseñanzas de Sharp fueron aplicados por Butkévicius en Lituania y más
tarde por organizaciones como Kmara (Georgia), Porá (Ucrania), KelKel
(Kirguizia) o Zubr (Bielorrusia) en diversas “revoluciones coloreadas”.
En 1991
Lituania mantenía un pulso muy serio para lograr su independencia de la
URSS. Se esperaban medidas de fuerza de parte de Moscú. Era la lucha
entre David y Goliat. “Decidí no crear un pequeño ejército, sino usar la
guerra psicológica”, explica Butkevicius años después. “Sabíamos
bastante bien lo que el adversario iba a hacer y les estropeamos todo el
escenario” (entrevista en Youtube, enero de 2013).
”Las ideas tradicionales de defensa no iban a funcionar”, decía en
otoño de 1990. “Vamos a crear un grupo paramilitar de unos 500 hombres
capaz de responder rápidamente a las crisis, y varias unidades
entrenadas en la guerra psicológica” (Boletin del Instituto Einstein,
Otoño 1990).
En Lituania
había un genuino movimiento nacional popular. Moscú jugó movilizando a
la minoría rusa. Quería provocar enfrentamientos y a continuación
intervenir militarmente como “mediador”. Fue así como se llegó al
“domingo sangriento”, el 13 de enero de 1991. Las tropas rusas llegaron a
la torre de la televisión para desalojarla, pero la ciudadanía bloqueó
el lugar. Entonces actuaron francotiradores. Más de una docena de
personas murieron por impactos de armas de fuego y muchos más fueron
heridos. Les tirotearon desde las azoteas y los balcones de los
edificios circundantes. ¿Quién tiroteó a la multitud? “Mis hombres no
estaban estacionados allí”. “Las tropas especiales del KGB no llevaban
munición real en sus armas, solo en los bolsillos como reserva; nuestro
objetivo era entrar en la sede de la televisión”, explica el jefe del
operativo ruso, Mijail Golovatov (en Die Presse, 3 de septiembre de
2011). Inmediatamente después de los hechos todo eso ya se dijo, pero
¿quién iba a creer que Goliat no disparó contra David y que aquello no
había sido una “masacre del KGB”? Hubo que esperar más de diez años para
que el propio Butkevicius explicara que fueron sus hombres, armados con
fusiles de caza, quienes dispararon a la muchedumbre desde las azoteas.
Lo dijo en una entrevista con la revista Obzor publicada en el 2000:
“No puedo
justificar mi acción ante los familiares de las víctimas, pero sí ante
la historia, porque aquellos muertos infligieron un doble golpe violento
contra dos bastiones esenciales del poder soviético: el ejército y el
KGB. Así fue como los desacreditamos. Lo digo claramente: fui yo el que
planeó todo lo que ocurrió. Había trabajado bastante tiempo en la
Institución Albert Einstein con el profesor Gene Sharp, que entonces se
ocupaba de lo que se definía como ‘defensa civil’, en otras palabras, la
guerra psicológica. Sí, yo programé la manera de poner en dificultades
al ejército ruso, en una situación tan incómoda que obligara a cada
oficial ruso a avergonzarse. Fue guerra psicológica. En aquel conflicto
no habíamos podido vencer con el uso de la fuerza, eso lo teníamos muy
claro;, por eso trasladé la batalla a otro plano, el del enfrentamiento
psicológico, y vencí”.
“De otra
manera habría muerto mucha más gente; en esa situación solo murieron los
que murieron”, dice Butkevicius en el video de enero de 2013.
A la vista
de lo que ha pasado en Kiev, con más de veinte muertos a manos de
francotiradores el día 20 de febrero —la jornada que precipitó el acceso
al poder del actual gobierno prooccidental—, la pregunta sobre quién
fue el Butkevicius de Kiev no es ninguna tontería. Hay que observar
quién no quiere investigar aquellos hechos, además de reflexionar sobre a
quién han beneficiado.
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