Rumanía
Si gobernara Ceaucescu
Sátira dedicada a esos muchos que, bajo el pretexto de criticar el burocratismo (cosa que sería sana), acaban lavándole la cara a la llamada "democracia burguesa", que, además de ser la peor y más criminal de las dictaduras, es la que nos oprime a nosotros. |
« Vimos muchos de esos cadáveres, gracias a la difusión mundial de la televisión y gracias al buen trabajo de las agencias internacionales que nutren de imágenes a los diarios y a las revistas. Las hileras de muertos, deformados por la tortura, estremecieron al mundo. Después, algunos diarios publicaron la rectificación, que pocos leyeron: (…) los cadáveres no tenían nada que ver con esa historia, y no habían sido deformados por la tortura, sino por el paso del tiempo: los fabricantes de noticias los habían desenterrado de un cementerio y los habían puesto a posar ante las cámaras.»
Eduardo Galeano, Patas arriba. La escuela del mundo al revés
Si gobernara Ceaucescu, estaríamos jodidos. No habría ninguna libertad de expresión para esas multinacionales de la “información” que desenterraban cementerios para culpar a Ceaucescu (¿quién es en realidad el monstruoso?).
Ana Pastor se quedaría sin un trabajo desde el que, vestida de etiqueta, informarnos de nuestros auténticos problemas políticos y de la crucial disputa verbal entre el PP (recortar por principios) y el PSOE (recortar porque “obliga Europa”).
El totalitarismo ideológico sería tal, que Belén Esteban no podría alienar al pueblo desde ningún plató televisivo repleto de cocainómanos.
Eso sí, las autoescuelas y las guarderías serían gratuitas, la educación sería gratuita, la vivienda sería gratuita, no habría paro, no habría listas de espera en los hospitales.
Pero la dictadura sería tan despreciable, que Emilio Botín no tendría derecho a pedir dinero al Banco Central (emisor de billetes) a un 1% de interés para especular comprando la deuda pública española y exigiendo un 7%.
Amancio Ortega no tendría derecho a pagar el Salario Mínimo Interprofesional y saltarse todos los convenios colectivos.
Florentino Pérez no le pagaría 30.000 euros diarios a un futbolista engreído para que luego encima se burlara del pueblo declarándose “triste” por la bajeza de salario.
Sheldon Adelson no tendría derecho a construir un Eurovegas desde el que fomentar el proxenetismo como negocio y modelo de desarrollo para nuestro país.
Juan Carlos de Borbón, en lugar de cazar y viajar, cobraría un salario de obrero y no tendría derecho a pensión por no haber cotizado en su puñetera vida.
Aznar y Felipe González, en lugar de vivir a sueldo de magnates y multinacionales, limpiarían retretes y llevarían un cartelito colgado del cuello para recordar su pasado de criminales de guerra en países como Yugoslavia e Iraq.
La policía no echaría a palos a las familias trabajadoras de sus casas, sino que echaría a palos a los especuladores que intentaran echar de sus casas a las familias trabajadoras.
La guardia civil no apalearía a los trabajadores que protestan porque su empresa se salta el Estatuto de los Trabajadores, sino que apalearía a todos los jefes que incumplieran el Estatuto de los Trabajadores.
Todo ello sería insoportablemente antidemocrático. Vale la pena apretarse el cinturón y sacrificarse para evitarlo.
¿Qué es la sanidad pública al lado de la insuperable libertad de expresión que supone el que los multimillonarios puedan montar canales de televisión para imponer su visión de las cosas?
¿Qué es la educación pública al lado de Belén Esteban chillando sobre los líos de alcoba de algún torero igualmente millonario?
¿Qué son el pleno empleo, los convenios colectivos o las pensiones públicas al lado de un lujoso casino para lumpen y depravados?
¿Quién podría no estar de acuerdo a renunciar a su empleo, su vivienda, su sanidad y su educación a cambio de la libertad de gritar como un gilipollas lo que quieras en mitad de la calle, aunque nadie te escuche porque todos los canales de televisión pertenecen a multimillonarios o dependen de su financiación?
¿Quién no cambiaría las pensiones de los ancianos y el bienestar de la infancia por el gratificante hecho de criticar a los tiranos más exóticos y alejados de aquí, de los que poco o nada sabemos exceptuando la propaganda de guerra de los desenterradores de cadáveres, olvidando a los tiranos del Ibex-35 que nos aplastan aquí mismo y a nosotros mismos?
¿Acaso la libertad será, como bajo el socialismo (y hablo, por supuesto, del socialismo real, incluso con todas sus imperfecciones y las críticas que podamos hacerle), tener asegurado el sustento material, la cultura y el tiempo libre para hacer ejercicio de ella?
¿No es acaso mucho más democrática la libertad que gozamos bajo el capitalismo, eligiendo entre asumir las miserables condiciones laborales del sector servicios o bien negarse a aceptarlas, con la consiguiente (aunque, eso sí, muy libre) muerte de hambre?
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