Akcakale y otros misterios de Siria



Akcakale y otros misterios de Siria
Rafael Poch · · · · ·
12/05/13

Una gacetilla en un diario militar austriaco suscita preguntas sobre el presunto ataque sirio a Turquía que justificó en octubre el despliegue de baterías Patriot de la OTAN.

Las escenificaciones de casus belli, para dar motivos militares a una crisis, parecen estar asomando en la guerra civil siria. Sucedió en Vietnam cuando se invocó un ataque norvietnamita que nunca se produjo contra un barco de guerra de Estados Unidos, el Madox, para iniciar la guerra. Sucedió en su día en los Balcanes en forma de oscuros atentados y dudosas masacres que precedieron a la intervención en Bosnia y Kosovo, respectivamente. Se vio también en Irak con las famosas e inexistentes “armas de destrucción masiva” de Sadam Hussein. Ahora ocurre con Siria y la repetición de las mismas mentiras y los mismos guiones las hace doblemente desvergonzadas, lanzando un verdadero desafío a la inteligencia del lector de periódicos.

El 3 de octubre del año pasado la localidad turca de Akcakale, cerca de la frontera con Siria, resultó alcanzada por fuego de granadas, presuntamente disparadas desde territorio sirio. Murieron una madre de 39 años, sus tres hijos y otra mujer, en total cinco personas.

Aquel mismo miércoles se desencadenó una tormenta que concluyó meses más tarde con el despliegue, por procedimiento de urgencia, de baterías de misiles Patriot de Alemania, Holanda y Estados Unidos junto a la frontera siria. Ahora el breve comentario de un Coronel en la revista Soldat, portavoz del ministerio de defensa austriaco, afirma que los proyectiles que mataron a aquellas cinco personas en territorio turco procedían, “sin duda” del arsenal de la OTAN.

“Parece que Turquía, miembro de la OTAN había suministrado alijos de armas a los insurgentes sirios”, comenta en un mensaje de seis líneas el coronel Karl Heinz Eisler. “Desde luego, esos suministros tuvieron que haber sido aprobados por otros estados miembros de la OTAN”, dice.

Los cadáveres de las cinco inocentes víctimas de Akcakale aún estaban calientes, cuando el ejército y la aviación turcas realizaron misiones de castigo en las que murieron un número indeterminado de soldados sirios, las cifras oscilan entre nueve y una treintena.

Aquel mismo día el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, denunció, “la provocación del régimen sirio que amenaza nuestra seguridad nacional”. Por la tarde el Consejo de la OTAN se reunió en Bruselas y desempolvó el artículo cuarto de la organización en materia de consultas cuando la seguridad o integridad territorial de un socio ha sido amenazada. Al día siguiente el parlamento turco aprobó por procedimiento de urgencia poderes para que el ejército pudiera atravesar la frontera con Siria y realizar allá operaciones, “en la escala y tiempo que el gobierno estime”. Siguió una larga coreografía política.

La canciller Angela Merkel  afeó desde Berlín la “inexplicable” conducta de China y Rusia, “que continúan bloqueando la labor del Consejo de Seguridad de la ONU”. El ministro de exteriores francés, Laurent Fabius, abogó por examinar el caso y condenar al gobierno sirio en el consejo de seguridad, mientras la encargada de política exterior de la Unión Europea, Catherine Ashton, apelaba a Damasco a respetar la integridad territorial de sus vecinos. En Diciembre el Bundestag aprobaba en Berlín el envió de las baterías Patriot a Turquía, que se realizó en enero.

Las sofisticadas armas desplegadas no están pensadas contra morteros y granadas sino contra aviones y misiles balísticos, pero el ministro alemán de defensa subrayó que no se trataba de crear en Siria ninguna “zona libre de vuelos” como las que precedieron a la invasión de Irak.

La organización no gubernamental austriaca Solidar-Werkstatt Österrreich, que llamó la atención de la publicación del mencionado coronel en la revista del ministerio de defensa, propone la siguiente secuencia que califica de “muy plausible”: 1-la OTAN arma a los rebeldes sirios, 2-los rebeldes sirios disparan con esas armas a territorio turco y matan a cinco personas y 3-La escenificación  es inmediatamente alegada por el gobierno turco para legitimar el despliegue de baterías de misiles de la OTAN junto a la frontera siria y continuar escalando el conflicto.

Pero el misterio de Akcakale es calderilla al lado de lo que se está viendo en los últimos días. Se trata de la acusación, a todas luces absurda y carente de toda base, de que el régimen de El Assad ha empleado armas químicas, precisamente el tema que Barack Obama definió el año pasado como “linea roja” que podría desencadenar una intervención militar directa contra Siria.

No solo no hay pruebas, sino que las fuentes son declaradas dudosas en medios de la propia inteligencia de Estados Unidos. Y para acabarlo de estropear la ex fiscal internacional suiza Carla del Ponte, miembro de la comisión independiente de Investigación sobre Siria creada bajo los auspicios del Alto Comisionado de la ONU para derechos humanos, ha dicho que no ha sido el régimen, sino sus adversarios, los insurgentes integristas que Occidente arma y financia en la guerra civil siria, quienes emplearon tales armas. Hay que preguntarse quién se las dio y con qué objeto.

En Washington el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, ha expresado su “escepticismo ante las sugerencias de que la oposición haya usado armas químicas” e insiste en que le parece “más probable “ que haya sido el régimen. Usar armas químicas en un conflicto militar urbano como el que se sufre en algunas localidades sirias, tiene muy poco sentido militar, en cambio la acusación para crear un falso “casus belli” es muy racional.

Respecto a si la oposición puede haber usado tales armas, en Diciembre un informe de la televisión CNN dio cuenta de que Estados Unidos había enviado a Siria a técnicos para familiarizar a los rebeldes, “con el manejo y correcta utilización de almacenes y arsenales de armas químicas”. Todo es posible en la actual situación, incluido lanzar un ataque en toda regla contra Siria y decir que en realidad no es contra Siria. Es lo que ha ocurrido con los últimos ataques israelíes con aviación y misiles.

Imaginemos que el régimen sirio lanza a su aviación y sus misiles en tres ataques contra instalaciones y depósitos de armas israelíes, causando gran destrucción y la muerte de entre 40 y 300 soldados israelíes, según las fuentes, pero Siria dice que el ataque no iba dirigido contra Israel, sino contra los “Grupos Armados del Niño Jesús”, por homenajear a Luis Buñuel, o contra Estados Unidos. Eso es exactamente lo que ha alegado Israel, citando a Hezbollah y a Irán, en un mundo en el que la guerra de agresión no es guerra sino manifestación del “derecho a defenderse”, y la ocupación y el régimen racista mantenidos contra todo derecho internacional pasan por “proceso de paz”.

Todo sería demasiado grotesco sino fuera por la tragedia que supone lo que parece son presiones para avanzar hacia una nueva gran guerra en Oriente Medio en un momento en el que El Assad parece estar batiendo a los insurgentes de Siria. Una vez más,  Occidente apoya a su viejo aliado el radicalismo islámico contra un régimen laico dictatorial e independiente, cuyo delito no es ser laico ni dictatorial, sino, precisamente, independiente. En su día en Afganistán contra los soviéticos y siempre contra el chiísmo iraní, el apoyo a los regímenes integristas sunitas energéticamente colaboracionistas y sumisos con los intereses de Occidente ha sido una constante de las últimas décadas.

Las revoluciones árabes han sido o bien completamente desvirtuadas en su propósito liberador, como se ha visto en Egipto y otros países, o bien utilizadas para hacer avanzar posiciones imperialistas mediante el intervencionismo militar occidental, como se ha visto en Libia. En Siria se presiona por un cambio de régimen sobre el mismo guión. El objetivo es el mismo de siempre: el control de los recursos energéticos de la región, ahora con el ascenso chino como trasfondo. Y ahí es donde aparece Irán, gran suministrador de China, poderoso e independiente.

“El objetivo más importante en Siria continua siendo derrotar a Irán, nuestro principal adversario en la región”, señalaba esta semana una editorial de The Wall Street Journal. E Irán es adversario porque tiene muchos recursos y su régimen es autónomo, una combinación fatal.

El integrismo islámico es doblemente útil porque cuando conviene también puede ser invocado como amenaza con el mismo objetivo imperial, como se ha visto en Mali, tomando posiciones aldedeor de los recursos de África contra la penetración china, o con el 11-S, cuando aquel atentado lleno de sombras, sirvió para tomar nuevas posiciones en Irak y Afganistán.

Todo esto sería mucho más difícil de realizar si en los países occidentales hubiera medios de comunicación independientes y no prisioneros de la corrupción estructural que supone su sometimiento a los mismos intereses que están en el origen del belicismo.

Rafael Poch (Barcelona, 1956) es el corresponsal de  La Vanguardia en Berlín.


La Vanguardia, 9 de mayo de 2013

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