¿Bajar los salarios para salir de la crisis?
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Artículo publicado por Vicenç Navarro, 14 de agosto de 2012
Este artículo cuestiona la  postura ampliamente extendida en los círculos financieros y económicos  dominantes tanto en la Eurozona como en España, así como en los medios  de mayor difusión, que aquellos círculos influencian, de que hay bajar  los salarios a fin de aumentar la competitividad, potenciando al sector  exportador, como medida de salir de la crisis. El artículo señala que  tales políticas deprimirán todavía más la demanda doméstica, cuyas  insuficiencias son la mayor causa de la crisis.
Un dogma que se ha extendido en los  establishments financieros, económicos, mediáticos, académicos y  políticos de España es que para salir de la crisis hay que bajar los  salarios. Tal creencia ha sido reforzada por el último informe sobre  España del Banco Central Europeo dado a conocer el pasado jueves  (09.08.12), el cual subraya la necesidad de que se bajen los salarios y  el salario mínimo (así como otras medidas encaminadas a debilitar al  mundo del trabajo, como la descentralización y debilitamiento del  proceso de negociación colectiva) a fin de aumentar la competitividad de  la economía española y con ello facilitar la recuperación económica de  España. El argumento que se utiliza para justificar tales medidas es  que, al no poder devaluar la moneda (posibilidad denegada a los países  de la Eurozona al tener todos ellos la misma moneda) a fin de abaratar  los productos y hacer al país más competitivo, la única solución que les  queda a tales países que están en recesión es abaratar los productos a  base de disminuir los salarios. De esta manera serán más y más  competitivos y venderán más productos, exportando más y más,  convirtiendo tales exportaciones en el motor de la economía, permitiendo  así que salgan de la recesión. Este argumento ha pasado a ser parte de  la teología de tales establishments y se reproduce no solo por los  equipos económicos de los partidos gobernantes, la mayoría conservadores  y liberales (en realidad neoliberales), sino también entre economistas  que gozan de gran visibilidad mediática y que han tenido responsabilidad  gubernamental tanto a nivel central como autonómico (gobierno Zapatero y  tripartito), ahora en la oposición. Podría citar muchas declaraciones  recientes de economistas próximos al PSOE y al PSC que, añadiendo un  “tono de realismo” (que siempre se utiliza para defender tesis  neoliberales), concluyen que sí, que hay que descender los salarios como  parte de lo que Paul Krugman y muchos otros han llamado la “devaluación  doméstica”. Por cierto, incluso la Monarquía está promoviendo esta  creencia (que ha alcanzado niveles dogmáticos) en sus proclamas. Así, el  heredero del trono de España, el Príncipe Felipe, en su inauguración de  unos de los campus del centro de reflexión y promoción neoliberal, el  IESE, hizo referencia a que “nuestros precios y salarios están marcando  el ritmo del retorno al sendero de la competitividad”, lo cual,  decodificada la narrativa diplomática, quiere decir que las bajadas de  salarios están preparando la salida de la crisis, mediante el supuesto  aumento de la competitividad (discurso probablemente preparado por  Javier Ayuso, periodista económico de persuasión neoliberal, exdirector  de comunicaciones del BBVA, que hoy trabaja en temas de comunicación en  la Casa Real).
Los supuestos de tal dogma
 Tal dogma, como todos los  dogmas, se basa en fe en lugar de evidencia científica. En primer lugar,  incluso si aceptáramos por un momento la necesidad de devaluación  doméstica, tal bajada de los costes de producción puede hacerse a base  de reducir los beneficios empresariales, en lugar de los salarios,  posibilidad que casi nunca se menciona. Y cuando, raramente se hace, es  para descartar tal posibilidad pues –según ellos- ello desincentivaría  la inversión. Mírese como se mire, se propone cargar el peso de la  recuperación económica en las espaldas de los trabajadores y no sobre  las de los empresarios, a los cuales hay que darles todas las  facilidades y estímulos para que exporten, pues ahí es donde radica toda  nuestra salvación. Pero los datos muestran el error de los supuestos  sobre los que se basa tal dogma. Veámoslos.
El error de los supuestos que sustentan el dogma
 Uno de los centros de  investigación económica próximo al mundo empresarial de las grandes  corporaciones estadounidenses (The Conference Board) acaba de publicar  un detallado estudio de la evolución de los salarios en la Eurozona que  muestra que éstos han descendido de una manera muy marcada en España,  Irlanda, Grecia y Portugal (los famosos países PIGS en la terminología  anglosajona). Como promedio los costes laborales han descendido un 15%  desde 2009. Pero como bien señala el economista belga Ronald Janssen,  este descenso de los salarios y aumento de los beneficios no ha ido, por  lo general, acompañado de un aumento ni de las inversiones ni de las  exportaciones (“Falling Wage Costs: Europe’s Light at the end of the  tunnel?”). Janssen muestra gráfica y convincentemente en su artículo que  en Grecia, por ejemplo, el muy marcado descenso de los salarios,  incluidos en la manufactura, no ha ido acompañado de un aumento de las  exportaciones. Antes al contrario, éstas han descendido también muy  marcadamente. Grecia, por cierto, tenía un fuerte sector exportador  antes de que se iniciara la crisis en el 2008. Los salarios pues han  bajado (caído en picado) en Grecia pero ello no ha supuesto ni un  crecimiento de las exportaciones ni de las inversiones. Lo único que ha  subido han sido los beneficios empresariales que se han disparado  alcanzando una cifra equivalente a un 12% del PIB griego. Mientras, la  economía griega está yendo de mal a peor.
 En España y en Portugal,  sin embargo, las exportaciones sí que han crecido sobre todo a partir  del 2009. Tal crecimiento sin embargo no ha sido suficiente para  reavivar la economía de tales países. En ambos países, la gran  destrucción de empleo (en parte responsable del aumento de la  productividad), consecuencia de las políticas de austeridad y de la gran  bajada de salarios, ha creado una recesión tal que el aumento de las  exportaciones no ha sido suficiente para estimular de nuevo la economía.  La bajada de salarios que en teoría está aumentando las exportaciones  está a la vez deprimiendo la economía doméstica, venciendo esta última a  la primera. Ello confirma lo que varios autores hemos estado señalando  durante bastante tiempo: el gran error, mostrado muchas veces en  Latinoamérica, de querer estimular la economía a base de colocar el  sector exportador en el centro de la economía. No fue hasta que  gobiernos de izquierdas y centroizquierdas potenciaron la demanda  doméstica que aquellos países de América Latina salieron de su recesión.
En este aspecto, es interesante ver la  similitud de los argumentos neoliberales (presentados como argumentos de  sentido común en las “ciencias económicas”) utilizados en América  Latina y ahora aquí en España. Tales argumentos están siendo utilizados  hoy en España no solo por las derechas sino también por economistas de  partidos exgobernantes de centroizquierda, como el PSOE y el PSC, hoy en  la oposición (resultado, por cierto, de la aplicación de tales  políticas). Otro argumento que utilizan tales economistas, que asumen  que la recuperación económica procederá del sector exportador (para lo  cual exigen un descenso salarial), es que este tipo de recuperación  deberá ser, por necesidad, muy lenta. En América Latina se insistió en  ello, año tras año, durante toda una década de dominio liberal en las  esferas de poder. La famosa luz al final del túnel, sin embargo, nunca  se agrandó. En realidad, la famosa luz aparecía cada vez más lejos y más  pequeña. Y está ocurriendo lo mismo ahora en España.
A donde está llevando este dogma
 Todo este proceso era  predecible. Es fácil de ver que tales políticas son erróneas. Solo se  necesita mirar los datos y olvidarse de la teología neoliberal  (presentada como conocimiento económico). Cuando tantos trabajadores  están sin trabajo y cuando la mayoría de jóvenes están sin trabajo  durante muchos años, significan una pérdida, muchas veces irreversible,  de recursos productivos. Y esto es lo que está ocurriendo en España.  Frente a un sector exportador vivo, existe una economía doméstica  paralizada por una enorme falta de demanda, creada por la confluencia de  bajada de salarios, destrucción de empleo, y reducción de gasto  público. Esta fue la situación en Latino América en el periodo  neoliberal y ésta es la situación en los países PIGS ahora (convertido  en GIPSI, con la inclusión de Italia).
 En realidad, la bajada de  salarios está creando una enorme recesión no solo en los países  periféricos de la Eurozona sino también en los países del centro. El  nivel de demanda de la manufactura (PMI, purchasing manager index) está  bajando también en Alemania y en Francia a niveles de Italia, habiendo  alcanzado cuotas por debajo de lo que se considera el nivel aceptable  y/o sostenible. Y ello era, de nuevo, predecible, pues gran parte de las  exportaciones alemanas y francesas son importaciones italianas,  españolas, portuguesas y griegas. Y la bajada de salarios y recortes de  gasto público están reduciendo dramáticamente el consumo doméstico y  exterior.
 La respuesta del  establishment alemán no es estimular la demanda en Alemania y en los  otros países de la Eurozona sino al contrario. Sus políticas públicas  están recortando los salarios de los trabajadores alemanas y  (presionando a través del Bundesbank y, por lo tanto, del BCE) de los  trabajadores de los países periféricos de la Eurozona, conduciendo al  precipicio a toda la Eurozona. Se inicia así una competición para ver  quién paga menos a sus trabajadores. Estos son los costes de continuar  creyendo en el dogma neoliberal. Pero como bien ha dicho la Organzacion  Internacion del Trabajo, en su respuesta al informe del BCE, tal  estrategia llevará a una depresión no solo europea sino mundial. Lo que  está ocurriendo en la Eurozona es un ejemplo de las consecuencias de  tales políticas. Su venidera recesión puede llevar a una gran depresión.  En realidad, para miles de españoles y de europeos esta depresión ya ha  llegado. Estos son los costes de continuar creyendo y aplicando el  dogma.
 Una última observación. La  enorme fuerza e influencia del pensamiento neoliberal en España  (resultado del gran poder que tiene la banca y la gran patronal en los  fórums mediáticos y políticos) se refuerza con la enorme pasividad de  las izquierdas. Y no me estoy refiriendo a los partidos políticos (a los  que habría que reformar sustancialmente) y a los sindicatos sino a las  personas que se consideran de izquierdas y que con su pasividad están  permitiendo que tal pensamiento y las políticas que las sustentan (que  están haciendo mucho daño) continúen. De ahí que me permito sugerirle al  lector de este artículo que se movilice y que, si está de acuerdo con  la tesis que expongo (enormemente minoritaria en España, debido a su  marginación en los medios), envíe este artículo a todo tertuliano, a  todo periodista, a todo canal informativo que reproduce tal dogma, a fin  de mostrarles que lo que dicen y promueven no tiene ninguna base  científica, denunciando con ello, su función propagandística en lugar de  informativa. Permítame una observación personal. Mi blog recibe  alrededor de 10.000 contactos al día. Si suponemos que al menos un 10%  coinciden con mis tesis y éstos enviaran cartas o llamaran a los medios  cada vez que tal propaganda ocurre, tales medios captarían el mensaje de  que la población es consciente de su actitud propagandística,  exigiéndoles mayor rigor y diversidad. La enorme pasividad de las  personas de izquierda debería sustituirse por una agitación social e  intelectual que mostrara las enormes falsedades de la sabiduría  convencional que se reproduce a través de los medios de información de  mayor difusión, transformándolos en medios de persuasión. Una de las  grandes insuficiencias de la democracia española es precisamente la  falta de diversidad de tales medios. La ciudadanía debería movilizarse  para protestar y denunciar tal situación.
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