Caligula et Caligator.






Cuentan las crónicas del Imperium Romanum que Caligator (artesano hacedor de "caligae", es decir de botas, botines, sandalias y otras herraduras humanas en general), en español zapatero, fue de esta guisa:


Tras deshacerse de Gemelo, el nuevo emperador tomó las riendas del Imperio. Su administración tuvo una época inicial marcada por una creciente prosperidad y una gestión impecable; no obstante, la grave enfermedad que atravesó el emperador marcó un punto de inflexión en su modo de reinar. A pesar de que una serie de errores en su administración derivaron en una crisis económica y en una hambruna, emprendió un conjunto de reformas públicas y urbanísticas que acabaron por vaciar el tesoro. Acuciado por las deudas, puso en marcha una serie de medidas desesperadas para restablecer las finanzas imperiales, entre las que destaca pedir dinero a la plebe.ver

 La hambruna ya empieza.


 De Caligula, zapatitos en el dialecto hispano, dicen así:

       

"Los grandes avances en el mundo se han hecho defendiendo la causa de los dominados".[
En la definición propia es donde Zapatero rompe, al definirse como «rojo» y «feminista». En el primer supuesto, el presidente del Gobierno se emplea con aparente naturalidad a la pregunta de si se siente incómodo cuando lo dice: «¡Es que soy rojo. Todo lo contrario; nada me ha enseñado la derecha!». El segundo de los autoetiquetados lo vincula con la anécdota de una mujer mexicana que se topó con él en los pasillos de la sede de Naciones Unidas y le espetó: «Usted es el justiciero de las mujeres». ver

Mujeres como su ministra de sanidad que no tiene ni "pajolera" idea de sanidad, ni de igualdad, ni de nada. Lean el siguiente aperitivo:

"Lo que en realidad dijo la ministra de Sanidad e Igualdad en una comida con parlamentarios y ante una pregunta, poco delicada de un asistente, sobre la capacidad de su amiga, Nuria Espí, para el cargo de Delegada del Gobierno en el Plan Nacional contra la Droga (hace falta ser funcionaria A o B), Pajín dijo:
"Sólo faltaría que la ministra no pudiera nombrar a quien le salga de los cojones".
Ah, ese cargo que Felipe González confió a las manos avezadas y prudentes de Baltasar Garzón Real. Tanta campaña contra el lenguaje sexista y ahora resulta que va y lo de la igualdad era esto, entrar a los urinarios de los tíos y mear de pie. Es de suponer que por un principio de estricta reciprocidad, sus homólogos masculinos puedan emplear frases del tipo: "No tengo el coño para ruidos".  Si lo desean, lean la noticia completa AQUI

A esto se le conoce como "savoir faire".

 El justiciero de las mujeres...
, y el ajusticiador de España y de los españoles.

No sé si he trastocado las imágenes o el texto, pero me es igual. Ahí queda.


Y de regalo una foto para la eternidad. ¡Olé mi coño!



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